Unos muchachos comenzaron a burlarse de un viejo que iba de camino. —¡Sube calvo, sube! —le gritaban; pero aquel calvo era nada menos que un profeta de Dios; y salieron del monte dos osos que despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos. 2Rey.2:23 Y 24.
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Puede un discípulo de Cristo ser feo, viejo o pobre; tal vez esté enfermo o parezca bruto, pero no importa: «Hay vidas santas en vidas ignoradas, o no atractivas».
Inconversos, gentes del mundo, ¡cuidado con los discípulos de Cristo!
Creyentes, amigos, familiares, ¡cuidado con los discípulos de Cristo!
Discípulos de Cristo, ¡cuidado con los discípulos de Cristo!
Discípulos de Cristo, pueblo santo, pueblo de Dios: «¡Benditos los que te bendijeren y malditos los que te maldijeren!» Gen.12:3; 27:29; Núm.24:9.
Spmay. B. Luis, Bejucal, 1970.
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