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Dicha grande será poder estar en la congregación de los salvados, ante el trono de Dios; nuestra esperanza es estar para siempre allí.
Dichosos también los que hoy nos podemos congregar en el nombre de Jesucristo para leer, orar y cantar juntos; es como si estuviéramos ensayando para estar en aquella reunión.

¡Oh, cuan grata nuestra reunión
cuando allá, Señor, en tu mansión,
contigo estemos en comunión
gozando eterno bien!

En la Biblia podemos leer:

«Mas si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.» 1Jn.1:7.

Luego entonces, si no tenemos comunión entre nosotros (aunque estemos juntos), es señal de que no andamos en luz. Si no tenemos comunión entre nosotros, la sangre de Jesucristo no nos limpia de todo pecado, o lo que es igual: Si no tenemos comunión entre nosotros aquí, no entraremos en el reino de los cielos. Imposible será entonces llegar a estar allí.
Hermanos, la gloria del Pentecostés no fue sólo porque los discípulos estaban juntos, sino porque además estaban unánimes. Para lograr y perseverar en esa santa común-unión, sigamos estos consejos de la Biblia:

«...amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro.» 1Ped.1:22.
«...perdonandos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.» Col.3:13.

Spmay. B. Luis, P. Baracoa, 1972