Header image
Página de Inicio Mis Escritos

Colección de El Mensajero

Epistolario Mensajes en Audio Biografía
   
 
 

MULETILLAS

¡Cuán inútiles, cuán feas y desagradables son! Pero no, no me estoy refiriendo a unas muletas pequeñas, sino al vicio de dicción llamado «muletilla», que consiste en el hábito de repetir frecuentemente una misma palabra o frase en un discurso o en una conversación.
Casi nunca el que adolece de este vicio se da cuenta de sus vanas repeticiones, por lo que para corregirlo es necesario que otra persona, bien intencionada, se lo haga reconocer. Una buena forma para ello es que entre dos se pongan de acuerdo para ayudarse mutuamente, y así cada uno cuente el número de muletillas que repite el otro, especialmente en las oportunidades que tengan de hacer uso de la palabra ante una congregación. El resultado del conteo debe ser comunicado más tarde, en forma confidencial.
Si muchos de nosotros nos decidiéramos a contratar a un «cazador de muletillas», nos quedaríamos asombrados cuando éste nos diga que, al orar, en una sola oración somos capaces de repetir diez, quince, veinte o más veces la palabra «Señor»; o que, al explicar la Escritura en un devocional, acostumbramos intercalar la palabra «¿verdad?» a cada momento, como si no estuviésemos seguros de la certeza de lo que decimos, y por ello tuviésemos que preguntar con insistencia a los oyentes si es verdad o no lo que están escuchando.
Lo primordial en un buen predicador del evangelio es que él mismo esté convencido de la veracidad del mensaje que comunica a otros, pero qué bueno sería que esas verdades siempre fuesen expresadas en forma correcta y agradable a los oyentes. Estimulémonos, pues, al estudio concienzudo de la Palabra de Dios, pero estimulémonos también a la superación en el lenguaje, y para ello tengamos muy en cuenta la eliminación de las muletillas.

Ob. B. Luis, Zitoon Yerbaniz, enero 30 de 1988